Los cupcakes son
un concepto culinario, que si bien es cierto no es nuevo, poco a poco ha ido
ganando terreno en la sociedad. Preparación de procedencia estadounidense y
ampliamente expandida por el mundo, los cupcakes son hoy en día muy comunes de
ver en la televisión, eventos gastronómicos y celebraciones que intentan tener
un estilo moderno y vanguardista. Sin embargo, y pese a la popularidad que han
recibido los cupcakes en Chile, no han sido realmente explotados por el
mercado, exceptuando claro, el único caso de una tienda especializada: Camelia.
Con una casa
matriz en Lo Barnechea y algunos stands en diferentes malls de la capital,
Camelia ofrece a sus clientes la posibilidad de comprar distintos tipos de
cupcakes tanto en sabor y diseño.
Un cupcake, también
conocido como fairy cake, patty cake o pastel de taza, es una pequeña tarta
para una persona, frecuentemente cocinada en un molde similar al empleado para
hacer magdalenas o muffin, y existe una infinidad de posibles combinaciones
tanto en sabor como en rellenos, decoración, coberturas, etc.
Camelia ofrece a
sus clientes una opción para comprar cupcakes a un precio relativamente
accesible (1200 pesos la porción), con más de 20 opciones para escoger y con
distintos motivos de decoración, pero el cliente debe satisfacerse con un
cupcake sin relleno.
Como habrán
podido darse cuenta, los más audaces lectores, soy ir decirlo de una forma
simple, fan de los cupcakes...y me refiero a los cupcakes en general, al
producto en sí y a la búsqueda por el cupcake perfecto, a la correcta
combinación de sabores, o a la recreación de clásicos como el redbelvet o
vainilla berries. Es por eso, y por mi condición de cupker maker, que me siento
en la obligación de comentar Camelia.
En términos
generales la propuesta es simple y atrayente, un lugar que se especializa en un
tipo de preparación que está a la moda, tiene un estilo parecido a Dunkin
Donuts en el sentido de la venta y de la disposición del producto en la tienda,
pero también podemos analizarlo como una especie de carrito con sus stands en
malls, que pretende acercar la venta del cupcake al cliente, y cambiar su
concepción de este, como un snack que puede adquirir en cualquier instancia, y
no requiere de una ocasión especial para tomar en cuenta su producto. Por lo
que en términos generales Camelia resulta atractivo para un público que conoce
el producto.
Es bueno también
mencionar que Camelia apunta a un sector acomodado de la sociedad, ya que se
ubica en el sector Oriente de la capital. Aunque claro está la gente que está
dispuesta a transar el equivalente monetario de un kilo de pan por un panecillo
colorido, no es precisamente quienes viven en sectores más populares de la
región metropolitana.
Por otra parte y
entrando a temas más apetitosos, la elaboración de los cupcakes deja bastante
que desear a quienes conocen el rubro, y pese a variada gama de opciones que
ofrece, no sale de lo tradicional en sabores y no juega con la versatilidad que
les ofrece su propio producto. En cuanto a decoración se trata, se nota el dejo
de la producción en masa sobre sus cupcakes, y no se observa un trabajo con
terminaciones detallas o elementos más complejos, en otras palabras, le falta
amor al proceso de decoración, y aunque no estoy familiarizada con el proceso y
no se sí es a mano o industrializado, sin lugar a duda podría mejorar bastante.
Fuera de los
puntos anteriores, Camelia se gana mis respetos por incursionar en un rubro,
con grandes potencialidades pero poco explotado y por su propuesta de
merchandising. Rescato también la forma en que han decidido vender su producto,
tanto en forma individual como por mayores cantidades, y ofrecer opciones de
personalización de tortas hecha de cupcakes, y la práctica y llamativa forma de
vender los cupcakes en cajitas plásticas, tanto si compraste una unidad como sí
llevas la docena.
Mi llamado no es otro que a probar Camelia,
pero no quedarse sólo ahí, sino que también a intentar experimentar con esta
simple pero poderosa preparación, y a sacar propias conclusiones acerca de
estos ¡deliciosos pastelitos!
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